Los pueblos, las ciudades, incluso los países tienen su propio estilo, olor y, evidentemente, música. Cuál es la música de Madrid? Madrid suena a organillo, a chotis y a cuplé. Son los
Parte de lo recuerdos de Olga Ramos que su hija, Olga María Ramos guarda para disfrute de todos sus seguidores
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sones de un Madrid de tiempos pasados, pero que todavía resuenan en nuestros oídos y nos traen el recuerdo de ese Madrid castizo, el de las tertulias, de los cafés y las verbenas. Dónde quedan estos sonidos ahora? Es Olga María Ramos la que ahora defiende ‘la banda sonora’ de Madrid, la crónica de una época a través del cuplé y a ella hemos acudido para conocerlo más de cerca.
Historia del cuplé
Madrid siempre ha tenido fama de acoger con los brazos abiertos al visitante, venga de donde venga. Lo mismo le pasó con el cuplé que llegó de Francia (couplet), donde era una canción frívola, y cuya primera intérprete en Madrid fue la alemana Augusta Bergés que cantó en el Teatro Barbieri en 1893 el conocido cuplé de ‘La pulga’. Durante su interpretación se quejaba de los picores causados por la pulga y la buscaba entre su ropa dejando entrever partes de su cuerpo normalmente ocultas. Fue el delirio entre el público. Pronto la canción se hizo muy popular. Pilar Cohen la cantó por primera vez en español al año siguiente en el Salón de Actualidades de Madrid.
Ya con anterioridad existía la costumbre de cantar canciones cortas en intermedios de las
Partitura de ‘Mala Entraña’ copiada por Olga Ramos
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obras teatrales e incluso zarzuelas. El cuplé le daría a la canción entidad propia de manera que las cantantes aparecían en el escenario con el fin de interpretar una serie de canciones, no como ‘relleno’ de una obra teatral.
El cuplé se caracteriza por su íntima relación con la vida cotidiana del momento. Su temática reflejaba las preocupaciones de los ciudadanos de forma irónica, llena de pesar, dramática o divertida y pícara. Quizás los más populares sean aquellos que con su doble sentido podían sacar los colores a cualquier chulapo de comienzos de siglo. La censura era muy rígida y había que saber cómo evitarla con textos inocentes que, con la entonación precisa, cambiaban el sentido de la frase.
El cuplé se adaptaba a distintos ritmos como el vals, la polca, habanera, charleston, foxtrott…. con lo que muestra su complejidad. Era una unión entre el compositor y el letrista que elegían el mejor ritmo para cada cuplé.
Las cupletistas
Hasta comienzos del siglo XX las distracciones principales de los madrileños eran los toros y el teatro, ahora irán también a los cafés de variedades a escuchar a las cupletistas entonar sus canciones. Aunque hubo algún hombre que cantaba cuplés, sobre todo en zarzuelas, es un genero que está íntimamente ligado a las mujeres y sus mayores representantes fueron féminas de distintas características.
Una vez asentado el cuplé en la capital tanto intérpretes como compositores se dedicaron en cuerpo y alma a él. Entre los más destacados tenemos a Martínez Abades, pintor de marinas asturiano y que componía tanto música como letra de los cuplés. Entre los más conocidos tenemos Mala Entraña, Flor de té, el Cipriano. En general, sin embargo, solían ser colaboraciones.
Las grandes cantantes de cuplés se podían contar con los dedos de una mano: Raquel Meller,
Tumba de la Fornarina en el cementerio de San Isidro
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la Fornarina, la Bella Chelito, Julita Fons, Carmen Flores y la Goya .
De entre ellas Olga María Ramos destaca a Raquel Meller. Nos cuenta que cuando Raquel Meller viajó a América por cantantes como Maurice Chevalier o Carlos Gardel se pagaban las entradas a 7 dólares, mientras que por ver a Raquel sus seguidores se encontraron las entradas a 25 dólares en 1924. Viajaba con 3 cocineros, un francés, uno chino y uno español. La acompañaban siempre sus perros. ‘Siempre habrá un perro abandonado que me impedirá ser feliz’ decía Raquel Meller. Consiguió que sus perros pudieran alojarse con ella en el Waldorf Astoria.
Tampoco debemos olvidar que en 2015 se conmemora el centenario del fallecimiento de la Fornarina, enterrada en el cementerio de San Isidro y sobre cuya tumba -hasta hace poco- siempre había unas flores. También coincide este año el décimo aniversario de la muerte de Olga Ramos. Sería un buen momento para homenajear a estas dos grandes del cuplé.
Olga Ramos
El cuplé tiene unas épocas muy definidas: la primera en los años 20, cuando fue el rey de la
música ligera, la segunda fue en 1957 con la película de Juan de Orduña ‘El último cuplé’ interpretada por Sara Montiel y la tercera a finales de los años 60 cuando Olga Ramos retomó el cuplé y lo convirtió en algo nuevo y diferente. Aportó su gran conocimiento musical. No olvidemos que tenía la carrera de violín y que estudió canto y declamación.
De pequeña Olga Ramos quiso ser artista. Para quitarle la idea de la cabeza, ya que su padre
Mantones de Manila
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como buen militar que era no podía permitir que su hija se dedicase a la ‘farándula’, le propusieron que estudiara un instrumento musical. Ni corta ni perezosa se presentó ese día en casa con un profesor del conservatorio y declaró que quería aprender a tocar el violín. Cursó los estudios de violín y podía haber sido una concertista de música clásica. Sin embargo las consecuencias de la guerra civil hicieron que su maestría con el violín ayudase a la familia económicamente en esos moemtnos de gran necesidad. Actúo con orquestas en cafés, tan en boga en quellos años. Actuando en una orquesta conoció al que sería su marido y gran amor de su vida, Enrique Ramírez de Gamboa, el Cipri músico y compositor que siempre se mantuvo en un segundo plano.
Olga Ramos llegó al cuplé porque aun sin ser de su época había oído a su madre cantarlos. Estaba en ‘Las noches del cuplé’ tocando el violín la oyeron cantar un cuplé. Esta actuación tuvo como consecuencia que le dieran todo un archivo de cuplés antiguos que no se habían vuelto a cantar. Olga Ramos reconoció muchos de esos cuplés como aquellos que cantaba su madre. Así rescató del olvido el cuplé y se convirtió en su máximo exponente. Después de haber actuado durante muchos años al final tuvo que dejar el local por la especulación del suelo. Como nos cuenta Olga María ‘Dijeron que el edificio estaba en mal estado y todavía hoy sigue en pie. El local se cerró en el año 1999. De los pisos hicieron apartamentos. Eso no se debió permitir. Era el alma de Madrid.’
Olga María Ramos, el cuplé hoy
Tras el cierre del local, Olga María Ramos, hija de Olga Ramos, cogió el testigo de su madre.
Olga María Ramos durante la entrevista
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Desde entonces no ha dejado de trabajar. ‘No me he conformado. Tengo una obligación hacia el cuplé y la revista. Mi madre fue mi maestra, pero no soy su copia. Sería un error.’
Cuando la preguntan qué hay que hacer para cantar bien un cuplé, su respuesta es clara ‘Ser actriz para interpretar igual de bien la comedia, el drama sin que llegue a ser lacrimógeno y el cuplé pícaro sin que sea obsceno. Lo importante para cantar cuplé es la interpretación. Evidentemente la voz también importa. Una voz noña, grave o plana, aunque sea bella no funciona. El cuplé hay que estudiarlo hasta el final. Una vez consciente de lo que ha querido decir el autor es cuando se puede transmitir.’ Otro punto clave es que el espectador ha de buscar siempre la calidad en la interpretación.
También Olga María quiso ser artista de jovencita. Tenía hasta una banda de rock, pero sus padres se opusieron. Era una vida demasiado dura. Así que dejó la música durante algunos años en segundo plano y buscó una profesión distinta ‘en el aire’, fue azafata de Iberia.
Muñeca hecha a semejanza de Olga Ramos. En primer término el premio ‘Octogenial’ que entrega anualmente Olga María Ramos
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Desde hace unos años ha retomado la ‘defensa del cuplé’ a través de actuaciones en teatros y verbenas y, sobre todo las ‘conferencias cantadas‘ de gran aceptación, sobre todo entre los estudiantes universitarios, tanto en España como en el extranjero. Además ha publicado un libro: ‘De Madrid al cuplé: una crónica cantada’, que actualmente está agotado y que sería bueno volvieran a editar.
‘Madrid es cosmopolita y está bien que se hagan musicales, pero por qué no se hace revista?’ Actualmente Olga María está interrpetando una obra, Madrid 20/80, loco amor de Cabaret. ‘Es una obra muy dura, aunque también divertida. Creo que va tener buen futuro. Se ha estrenado en el Teatro Valdés.
Olga María Ramos posee un verdadero museo dedicado a su madre, Olga Ramos. Aparte de los múltiples premios que recibió a lo largo de su vida, hay fotografías, vestidos, mantones, partituras…. ‘Debería haber en Madrid un museo donde los madrileños pudieran ver los recuerdos de sus artistas favoritos.’
Toda esta historia madrileña está ahora en manos de Olga María Ramos y le encantaría transmitir todo lo que sabe, pero respaldada por una fundación o un organismo oficial. Igual que los comercios centenarios van despareciendo por falta de apoyo oficial, una parte de nuestra historia se nos está escapando de entre los dedos. Esperemos que todavía le pongan remedio.
Fotografías: Rafael Castañeda Fotografia
Pianola de finales del silgo XIX utilizada en ‘Las noches del cuplé’ y la vidriea que daba del local a la calle
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Banda de ‘Dulcinea’
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Violín frances de escuela italiana utilizado por Olga Ramos
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Luces de candilejas de ‘Las noches del cuplé’ que originalmente estaban en un paso de Semana Santa
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Entre los recuerdos, Olga Ramos y el Cipri bailando. ‘Eso es amor verdadero’ decía Olga Ramos
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La Fornarina, robada y reencontrada
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Olga María Ramos nos muestra uno de los vestidos favoritos de su madre
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Boas que en su día pertenecieron a Rocío Dúrcal
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Olga Ramos en fotografías publicadas en ‘Marca’ como muestra de una atleta violinista
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Sillas originarias de la ‘Telefónica’. Encima del piano dibujos de Enrique Ramírez de Gamboa
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Reproducción de la escultura de Santiago de Santiago actualmente en las Vistillas. Está dedicada a las violeteras aunque muchos creen que está inspirada realmente en Celia Gámez y ‘los nardos’
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Recuerdos de toda una vida
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Traje negro con capelina del siglo XIX
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